Año nuevo, ¿vida nueva?.

Siempre me llamó mucho esa expresión, que normalmente viene conjunta con muchas tradiciones que rondan las 12 de la noche del último día del año y las primeras horas del año entrante.

Mi familia tiene muchas tradiciones, pero con los años he aprendido que hay muchas más y distintas según los territorios y las culturas. En mi familia de Chile es el clásico de las uvas, las lentejas y el dinero en mano. En Argentina aprendí el vestirse de blanco, ropa interior color rosa, el colocarse bajo la mesa para conseguir novio/a y prender velas.

Lo que no he visto mucho ha sido el de las resoluciones. El escribir una lista de propósitos para cumplir dentro del año entrante, pero dejarla sin leer hasta horas previas de nochevieja y ver si las habías cumplido.

Yo no tenía esa tradición hasta inicios de mis 20s. Al inicio era todo chill hasta que dejó de serlo. Pasaban algunos años y me daba cuenta que no cumplía gran parte de los propósitos que me planeaba, porque a los 20s uno es ambicioso y cree que a los 35 debes tener toda tu vida resuelta, así que comencé a tomar en serio el tema de las resoluciones y se volvió un mapa de ruta para lo que debería ser mi año entrante, claramente no considerando que la vida no es un ruta recta perfectamente asfaltada.

Pasé muchos años realmente estresándome por cumplir esas metas a toda costa, entre medio migré, no consideré ningún efecto que eso podría tener en mi vida claramente, comencé una carrera y ahí simplemente los propósitos se volvieron absolutamente indispensables en mis años nuevos porque no me permitía errores y claramente eso terminó, en unos años mas tarde, en un burnout.

En mis 30s he aprendido que simplemente muy pocas cosas salen como uno lo planea y está bien. El enfrentar cada año con la mentalidad de que las cosas tienen tanta probabilidad de salir bien como de salir mal, pero que de esa variación puedes conseguir algo que no estaba planificado ha sido lo que me empezó a dar una perspectiva distinta a lo que realmente quería. Por un tiempo, después del burnout, simplemente me dediqué a existir y hacer lo que podía con mi vida. Retomé la lectura, la cual siempre ha sido mi hobby principal desde que aprendí a leer (si, lo había dejado porque me consumía tiempo ¿que no tenía?). Retomé el validarme a mi misma sin un plan 100% bien ejecutado, el tomarme mis tiempos y principalmente, el permitirme existir.

Creo que mi generación tiene mucho esa presión de ser exitosa, lo cual es una palabra demasiado acotada para una actividad demasiado extensa. Considero que el “éxito” bajo éste sistema es tan concepto humo como la meritocracia. Basura propagandística de un sistema roto.

Sigo haciendo las resoluciones de año nuevo, pero son muy distintas a la de los inicios de mis 20s. No porque mis metas hayan cambiado drásticamente sino porque ya no soy esa persona que solía ser o me inventé ser.

Y está bien.

¡Feliz 2025! y principalmente, sean felices.

Michito fiestero para que tengan una linda celebración de año nuevo.

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